Escritora y poeta rosarina

Monday, October 13, 2014

Pensamiento Octubre


Vuelvete Luz y siéntela hasta que pueda penetrarte.
No olvides que estamos entrando en una nueva era. Acéptala y dala a  conocer.
Sé tan simple y natural como un niño pequeño. No trates de ser nada más.

EL OFICIO DEL CAMINANTE

Página extraída de la revista Zona Central Nro 8 –Marzo 2007
Cuya directora Matilde Alberto Palazzolo , diseñador Martín Vasquez y Clives Galvagno en la Compaginación recuerdan con afecto al Director y amigo Jorge Velloso Colombres que partiera al Padre hace breves años .

En su oficio del caminante se manifiesta

Caminar, en una ciudad que no se conoce es realmente un oficio,incluso lo es en la ciudad en que uno vive y que cree conocerla, especialmente los domingos a la mañana, cuando la calle se encuentra desierta.
Dos experiencias me marcaron a tal punto que el mirar para arriba se transformó en un hábito para mi.
De joven, cuando vivía en el barrio de “San Pedro Telmo” en Buenos Aires y como los Domingos no trabajaba, a la mañana en el café de la esquina de la Plaza de Mayo, siempre mirando para arriba, lo que me permitía descubrir el frente de la “Jabonería de Vieytes”, la reconstrucción de la “Manzana de las Luces”, las excavaciones detrás del Cabildo, recorrer lentamente la “Catedral” ,sentarme en un banco junto a la “Pirámide de Mayo”e imaginarme a Perón o a Evita hablando desde el famoso balcón,avanzaban el recorrido de los “túneles“del” Fuerte” detrás de la Casa Rosada,ver como el gobierno hasta llegar al “Viejo Almacén” y al “Bar Unión”, naturalmente cerrados a esa hora, con la voz de Rivero resonando continuamente en mis oídos y el piano del “Unión” en silencio. Los domingos de Buenos Aires a la mañana, como diría Horacio Ferrer”¿Tienen ese qué se yo,viste”? y caminando me di cuenta que tiene razón.
Lo mismo me pasó en París. Estaba sentado en un banco debajo de la Torre Eifell y de golpe comencé a caminar junto al “Sena” admirando las florerías, las barcazas, los pintores hasta que crucé un puente.
Frente a mi estaba “Notre Dame” y me quedé paralizado mirando desde la plazoleta el Vitraus y esperando que “Cuasimodo”apareciera. Todo me parecía irreal,pero yo estaba ahí.
Comence a caminar como un “zombie” hacia la entrada, hacía más de quince años que no rezaba. Como un milagro é l coro comenzó a cantar y la iluminación sólo de velas me hicieron girar para ver nuevamente el “ vitraus”por donde el sol se filtraba. “Cuasimodo”no apareció pero algo me impedía seguir caminando y me arrodillé para rezar.
Hacía demasiado tiempo que caminaba y también hacía demasiado tiempo que no hablaba con Dios