Escritora y poeta rosarina

Tuesday, December 23, 2008

Graduación

El sol de la media tarde calcinaba contra los inmensos ventanales del salón de actos de esa modesta escuela de nivel medio, albergando a aquellos grupos que a pesar del desenfado con que los adultos caratulan a los adolescentes de hoy, vibraban de emoción a punto de recibir sus ansiados diplomas.
¡Ese momento era tan especial! Tanto como lo fue para mí en otras épocas y con otras limitaciones sociales.
Vestidos con vaqueros o pantalones oscuros, camisa blanca y corbata, como único detalle que los hacía diferentes a los días de clases, comunes. Mucho fijador en el pelo y los clásicos peinados engominados para mantener el corto cabello muy a la moda. O el largo y lacio de aquellos, con reminiscencias de algunos años atrás.
El consabido grupo de padres, ansiosos y expectantes esperaban el momento de ingreso a la sala de ceremonias. De aspecto muy humilde denotando claramente la condición socio económica y cultural del grupo, salvo excepciones, con la satisfacción de haber cumplido muy bien su cometido ¡Ver a sus hijos ,diploma en mano, amasar ilusiones y proyectos para el futuro!
De pronto la coordinadora del evento,y los suaves acordes de una marcha , anunciaron la entrada de los egresados. Aplausos cargados de emoción acompañaron armónicamente la ubicación en sus respectivos asientos. De inmediato de pie; ante la entrada de los abanderados y las notas del Himno Nacional Argentino para reubicarse luego y escuchar con respeto las palabras emotivas de despedida a los alumnos. Mencionando el Colegio como una sólida comunidad educativa donde “no sólo aprendieron el valor de los conocimientos sino el valor del compañerismo, amistad y solidaridad, habiendo conformado un “UNO” indestructible en el tiempo, a pesar del alejamiento físico. Acalorados aplausos coronaron las palabras del profesor.
Por riguroso listado se aproximaban los egresados a recibir sus diplomas y los obsequios de rutina en ese tipo de ceremonia. Hasta que un nombre avivó mi memoria llevándome a aquel patio con desparejas baldosas, arbolado con alguna especie de naranjo y palo borracho. Ese pequeño revoltoso, desalineado que concitaba la atención constante de sus maestras y la desesperación de sus progenitores ,estaba allí vestido con impecable traje oscuro esperando el turno para recibir aquel rollo de cartulina símil. del diploma que recibiría luego del Ministerio. Su rebelde mechón de cabellos estaba bien controlado por abundante cantidad de fijador, no obstante ser el detalle más saliente para su identificación. Esa cabellera era harto conocida por mí...
La alegría y la emoción inundaron mi corazón y las lágrimas desbordaron mis pupilas.
No pude más que pensar “No todo está perdido en casos similares, gracias al tesón de los padres que como tales, no abandonan ni se acobardan ante dificultades de conductas rebeldes y de los maestros en su encomiable tarea. Seguramente el triunfo fue nuevamente del AMOR

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